A algunos propietarios les asusta presenciar el juego normal de los perros porque les parece extremadamente brusco, y por ello intentan controlarlo por si el perro «se vuelve agresivo».
Los perros que no tienen la oportunidad de jugar regularmente con otros perros son los que tienen las destrezas sociales menos desarrolladas. Estos ingenuos animales son tensos, asociales o antisociales, y no son capaces de interpretar a otros perros con la facilidad que suele ser habitual; en consecuencia presentan un mayor riesgo de agresiones perro-perro y reacciones aprensivas como pueden ser las de huida o ladrar.
Jean Donaldson