Muchísima gente aún piensa que el adiestramiento canino es contemplar a un perro que pasea al paso de su guía, se echa y no se mueve, hasta que se le da una orden, obedece al instante y sobre todo, se le grita para que obedezca como un marine y todo esto, durante las 24 horas del día y en todos sus paseos.
Si empatizamos un poco, podríamos pensar en un desfile militar, e intentar imaginarnos a cualquier soldado, de esa manera, las 24 horas del día.
Para cualquier ser humano, sería imposible permanecer en un estado constante de obediencia automática las 24 horas del día, los 365 días del año. Es por eso, que exigírselo a un perro no debería ser normal. Sí se le podría pedir ese comportamiento durante un rato (como el desfile), pero inmediatamente después, se le debería permitir al perro, ser perro.
Es por esto que es importantísimo establecer unas rutinas de trabajo o exigencia, acompañadas por momentos de descanso, sin exigencia.
Cuando veo a esos individu@s que pasean por la calle llevando siempre a sus perros, cual desfile militar, orgullosos del adiestramiento al que los han sometido, no puedo más que pensar que «pobres perros, la que les ha caído». Tengo claro que esos individu@s deberían de haber optado por otro tipo de perros, unos que hubiesen podido complacerles las 24 horas del día y los 365 días del año sin tener momentos en que ser perros y sin sufrir la ansiedad provocada por el trabajo constante (eso siempre y cuando no se les agotase la batería).