Ir de cañas con el perro

Foto: Corina de Castro para Perricatessen

A mucha gente le gustaría poder sentarse tranquilamente en la terraza de un bar a charlar con sus amigos en compañía de su perro, pero éste se pone pesado hasta tal punto, que no para de ladrar, no se está quieto, molesta a todas las personas, se intenta subir a las mesas a por el pincho, se enreda con la correa en la mesa y está a punto de tirarla… ¡vamos, que no hay manera de disfrutar de la velada!


Está claro, una solución a este problema sería no llevarse al perro de cañas y asunto terminado, pero ¿y si de verdad nos hace ilusión poder compartir estos ratos con nuestro amigo peludo?

No hay una receta mágica para lograr esto, cada perro tiene su personalidad y podemos encontrarnos con perros a los que permanecer estáticos, rodeados de gente hablando, moviéndose y con un olor a comida en el ambiente les supere y pierdan el control de la situación, en cambio, habrá perros que les da igual, que en esa misma situación son capaces de echarse una siesta e incluso roncar. Entre medias de estas dos personalidades perrunas podemos encontrarnos muchísimos casos. 

¡Ojo!, que un perro se duerma en una terraza no tiene porqué significar que esté cómodo, simplemente que ha encontrado una estrategia para escapar de lo que para él podría ser un problema. Es importante no confundir perro equilibrado y que lleva bien una situación como esta, con perro física o psíquicamente agotado que decide evadirse del problema durmiéndose. Sería muy importante conocer el lenguaje corporal de nuestro perro para saber en todo momento qué está pasando.

En primer lugar habría que identificar que es lo que afecta a nuestro perro: ¿la gente? ¿el movimiento? ¿el ruido? ¿el estar parado? ¿el olor a comida? ¿todo?

Una vez identificado el problema o problemas habría que ver por qué ocurre, si es por miedo, falta de autocontrol, aburrimiento y a partir de ahí ir trabajar el problema, o problemas, poco a poco y, si es necesario, de uno en uno (divide et vinces): visitar terrazas menos concurridas o sentarse en terrazas vacías, darle al perro un hueso de piel para que se entretenga mordiéndolo, buscar la zona en la que menos encerrado se encuentre…

Hay que entender que para un perro con miedos, permanecer entre patas de sillas, mesas y piernas de personas puede ser muy duro, lo mismo ocurre para un perro al que la comida le sobreexcita. El permanecer impasible ante los diferentes olores que hay sobre su cabeza y los restos de comida que suele haber por el suelo es complicado para él.

Para un perro equilibrado, con unos niveles de estrés normales, no será gran problema permanecer en una terraza, por lo que es muy importante buscar ese equilibrio en nuestros perros y eso se consigue trabajando con él día a día.

Hay que tener mucho cuidado con permitirles ir solos a las terrazas, porque luego ocurren estas cosas:





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