El ¡no!



Acostumbramos a usar la palabra «no» con los perros para corregir todo: si no queremos que se acerque a algo le decimos «¡no!», si no queremos que ladre le decimos «¡no!», si no queremos que juegue o que baje la intensidad del juego, también le decimos «¡no!», si tira de la correa, otra vez «¡no!», si se está rebozando «¡no!», si se sube a alguien «¡no!», si se para a hacer pipí o popó donde no debe, pues «¡no!» 

Tenemos un «¡no!» para cada ocasión, aunque suene igual.

Hay perros que llegan a escuchar el «¡no!»tantas veces durante el día que se acostumbran y al final, les da totalmente igual, por un oído les entra y por otro les sale.

Pero hay otros casos en los que ese dichoso «¡no!» no le pasa inadvertido al perro, y es el caso que nos preocupa. Es ese «¡no!» que empieza así y cada vez se va elevando más de volumen y toma un tono más grave, es ese «¡NO!, ¡NOO!, ¡NOOOO!», que más de una vez ha terminado en forma de gritos o con un tortazo.

Ese es el «¡no!», un correctivo que muchos defienden y que dicen que su perro conoce el significado a la perfección, que cuando a su perro le dicen «¡no!», automáticamente  deja de hacer todo lo «malo» que fuese a hacer o estuviese haciendo.

Comprendiendo el lenguaje canino de un perro, podríamos ver los efectos que puede provocar el «¡no!». 

No deja de resultarnos curioso que esa simple palabra pueda contener tantas connotaciones:

  • para no alejarse
  • para no coger algo del suelo
  • para no molestar a alguien
  • para no morder el brazo del sofá
  • para no tirar de la correa
  • para no ladrar
  • para no salir corriendo
  • para…

En los casos que más nos preocupan, perros con problemas de conducta, el uso del «¡no!» lo vemos así:

  • El perro no tiene ni puñetera idea de qué significa el «¡no!» pero tiene condicionado su sonido a algo malo que ocurre después (grito, ira, toquecito, torta…). En resumen: tiene miedo.
  • El perro cuando escucha el «¡no!» se bloquea. Dependiendo de cómo esté condicionado, pensará que algo malo puede suceder o es la amígdala la que paraliza al perro sin darle tiempo a pensar. En resumen: tiene miedo.
  • Automáticamente al escuchar el «¡no!» los niveles de estrés aumentan. En resumen: más miedo.

En una educación canina basada en el respeto, el «¡no!» no debería tener cabida, es un CASTIGO POSITIVO (ver cuadrante del condicionamiento operante) y «positivo» en este caso significa «aditivo» y no queremos añadir castigo a la educación de un perro.

Suena muy radical que criticamos el uso de correcciones, nos consta que puede ser difícil de entender, pero cuando has observado a muchos perros en los que un simple movimiento fuera de lo normal o una voz más alta que otra hacen que se esconda bajo una mesa y se ponga a temblar, es cuando te das cuenta que algo ocurre y, aunque no a todos los perros les va a afectar de la misma manera, las correcciones tienen un poder psicológico que pueden hacer bastante daño.

En perros con problemas, con miedo, agresivos, nerviosos, egocéntricos… recurrir al «¡no!» o a correcciones para modificar esa conducta es un gran error. Elevar el estrés, es justo la terapia contraria que necesitan estos perros.

En otros casos, el «no» no produce un miedo en el perro porque jamás estuvo asociado a gritos o castigo. Diríamos entonces que ese «no» se podría haber convertido en un refuerzo positivo. El perro, por ejemplo, busca llamar la atención y consigue una respuesta por nuestra parte, un «no», que muchas veces es suficiente para él. Es aquí cuando obtenemos justo el resultado contrario de lo que pretendíamos con el «no» y fomentaremos que ocurra el comportamiento indeseado. Hemos visto perros que desde pequeñitos, cada vez que ladraban, sus dueños le decía «no». Catorce años después el perro sigue ladrando y sus dueños le siguen diciendo «no». No nos queda queda duda, de que ese perro algún día dejará de ladrar, pero os podemos asegurar que no será porque sus dueños le dijeron «no».

Lo principal sería saber por qué el perro se comporta de esa manera, porqué ladra o se muestra reactivo ante otros perros, por qué tiene una conducta destructiva, por qué se come todo lo que encuentra, por qué gruñe, muerde o se comporta nervioso… Una vez que descubramos la causa podremos tratarla como se debe. Habrá quien tenga prisas y decida parchear el problema, tapar el agujero por donde se escapa el aire sin tener en cuenta que es posible que ese aire termine encontrando otra salida o, en el peor de los casos, explotando.

* Todo lo dicho para el ¡no!, es aplicable a cualquier corrección verbal, chorro de agua, collar de descargas o spray…

2 comentarios en “El ¡no!”

    1. El ¡no! es muy usado porque, entre otras cosas, para los humanos es muy fácil regañar y crear conflictos así como es difícil autocontrolarse.

      Es recomendado porque aún hay muchos adiestradores tradicionales que utilizan métodos que sabemos que no hacen más que empeorar las cosas.

      En este artículo se pretende que el lector entienda que el uso de correcciones verbales en el perro no es una buena opción, como tampoco lo son en un bebé humano menor de 2 años y mucho menos el abuso de esas correcciones. En palabras claras intentamos explicar que el ¡no! puede ser un estímulo condicionado (condicionamiento clásico) a algo peor (enfado, regañar, pegar, etc).

      Dar soluciones… para eso tenemos publicado un artículo que explica la dificultad de dar soluciones y otro que explica que no existen las soluciones mágicas e universales y esto, es así, porque no existen dos perros, ni dos entornos, ni dos propietarios iguales.

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