Perros de antes

Estrella, 31 de marzo de 1963

Me sorprendían con una pregunta mientras tomábamos un café. – ¿No entiendo por qué ahora los perros tienen tantos problemas y cuando era pequeña estaban todos tan bien? Entre un período y otro podrían haber transcurrido más de 40 años y la pregunta estaba en el aire. Alguien contestó que al igual que a los niños, antes se les daba una hostia y no pasaba nada, lo cual no me gustó como respuesta y me obligué a intervenir. Esto es lo que más o menos conté: Hace 30 años o más, en ciudades como la que vivo, la vida transcurría muy tranquila. No había tantísimo tráfico, ni tanto movimiento en la calle. En las casas siempre había alguien, bien la madre que no trabajaba fuera de casa o alguna abuela. Había pocos «perros de casa» y los que había, vivían como perros, salían y entraban cuando querían de casa o en el caso de vivir en un edificio, salían a su hora pero sin correa, no había leyes que así obligaran a hacerlo ni tampoco se había oído hablar de perros potencialmente peligrosos.  Mis padres tenían una mestiza de pastor alemán (en aquella época decían que era una perra loba), y la perra se movía por el barrio a sus anchas. Se llamaba Estrella. Era conocida por todos los vecinos, nunca pasó nada y eso que en aquella época no creo que fuese costumbre recoger las cacas que fuese dejando, claro, que tampoco se recogían las de los burros o caballos que pudiesen pasar. Mis padres nunca fueron duros con ella, hicieron prevalecer el sentido común en el trato y tampoco se plantearon que Estrella quisiese dominar sus vidas por caminar delante de ellos, por comer antes que ellos, por salir a buscar a mi padre corriendo cuando regresaba en la «Vespa», porque fuese a nacer una de mis hermanas o porque ya hubiese alguna niña pequeña en casa. La diferencia con lo que ocurre hoy en día está más que clara, solo hay que observar a nuestro alrededor para darnos cuenta que la vida ya no transcurre tan tranquila, el tráfico es escandaloso y en las casas, cuando se cierran las puertas, no queda nadie, salvo el perro. Hay muchísimos perros, pero la socialización con ellos es complicada porque muchos son reactivos, otros son muy pequeños o muy grandes. Los perros de hoy salen poco y mal, tienen que ir atados y si además lo hacen con una correa corta, con prisas, sin permitirles ser «perros», el paseo será, literalmente, una mierda. Esto se traduce en ESTRÉS, ESTRÉS y más ESTRÉS, tanto, que la mayoría de las veces no sabrán cómo gestionarlo. Ahora además existe una gran preocupación, grave diría yo, y es que en cuanto el perro no se porta como nosotros quisiéramos, pensamos que se está rebelando y quiere dominarnos. Esa idea de la DOMINACIÓN nos ha llegado desde el canal más directo a nuestro cerebro, la televisión y además nos ha dicho que al perro hay que ponerle las cosas claras desde el principio, meterle mucho ejercicio, estar encima de él y a la más mínima «¡chssss!» y tironcito del collar (de ahogo si es preciso) y eso ahonda aún más en el ESTRÉS que ya comenté y poco ayuda al perro a gestionarlo. En otras ocasiones, lo que ocurre es que queremos compensar el tiempo que no estamos con nuestros perros y cuando tenemos algo de tiempo queremos compensarles realizando todo tipo de actividades pero sin pararnos casi nunca a pensar si esas actividades que programamos para ellos serán de su agrado. Quizás hace años el perro solo tuviese que aguantar al «bestia de turno» que le iba dando tirones de la correa y alguna patada, pero hoy hay muchas cosas más que aguantar. Es importante que se adapten a lo que es inevitable, pero hoy en día deberíamos esforzarnos por minimizar lo evitable y eliminar de sus vidas al «bestia de turno».

4 comentarios en “Perros de antes”

  1. A mi tampoco me gusta cuando se hacen esos comentarios ni de los perros ni de los niños.
    Gracias por toda la informacion de nos dais.

  2. Cuanta razón tienes, la vida era más normal y el tiempo se estiraba como un chicle y las cosas pasaban más despacio……me asombra unos detalles que has comentado, pues el primer perro «propio» no de mis familiares que hubo en casa fue una perra «loba» que también se llamaba Estrella, ¡Que casualidad! ¿Verdad?…..me ha encantado leer tus reflexiones, un beso.

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