Cuando nuestro perro está excitado y quiere morderlo todo, desde una manta, un rascador, cables, etc… deberíamos proceder sin regañar, con un poquito de paciencia y reconducir esa necesidad hacia un objeto que sí pueda roer.
Si en lugar de esto, nos hubiésemos puesto a decirle ¡chsss!, ¡noo!, a darle en el hocico para que no rompiese nada, solo habríamos conseguido ponerle aún más nervioso, que dejara de hacer lo que estaba haciendo para evitar un mal mayor, pero no habría aprendido nada y además en su memoria quedaría que la manta o el rascador son muy interesantes de morder porque el humano les dio mucha importancia y los quiere solo para él.