¿Y si no puedo castigar al perro, entonces qué hago?

No por gritarle más fuerte te va a entender

La eterna pregunta: ¿y qué hago si no castigo? 

Quizás el problema está en la respuesta que elaboramos para contestar. Ójala pudiésemos decir, haz tal cosa o haz esto otro y así de sencillo quedase contestada y resuelto el problema. 

Vamos a intentar «tocar» algunos puntos:

a. Un mal comportamiento es algo muy subjetivo. ¿Subirse al sofá es un mal comportamiento? ¿Saludar a las personas lo es? ¿Ladrar? ¿Gruñir? ¿Coger comida? ¿Comerse un mueble, un sofá? ¿Morder a alguien? DEPENDE y habría que diferenciar entre un comportamiento aprendido y lo que es un problema en la convivencia diaria.

En principio, el perro no sabe distinguir qué se puede morder y qué no


b. Algo que se convierte en un problema diario, es algo que deberíamos solucionar en pro de una convivencia tranquila y feliz.

c. La solución pasa por el entendimiento y el aprendizaje. ¿Qué está permitido? ¿qué no lo está? Es lo que podríamos denominar las REGLAS DE CONVIVENCIA, unas reglas únicas y exclusivas que no tienen porqué ser las mismas para todos los perros y hogares del mundo.

d. Castigar es muy fácil. Cualquiera puede y sabe castigar con mayor o menor acierto. El castigo, en muchísimas ocasiones nos sale «visceralmente», no tenemos ni que pensarlo, pero el castigo, cuando no va acompañado de una explicación clara, no aporta aprendizaje, solo aporta EVITACIÓN DEL CASTIGO.

e. La evitación del castigo es un arma de doble filo. Podría quedar bien fijada: «no hago esto para evitar el castigo». También podría quedar «medianamente» fijada: «no hago esto en presencia de quien me castiga para evitar el castigo» o incluso podría quedar mal fijada: «no sé qué pasa, pero me castigan».

f. Antes o después podemos acostumbrarnos a un tipo de castigo, nos «endurecemos ante la adversidad» que dicen algunos. En estos casos, no queda más remedio que subir la intensidad del castigo para que siga siendo efectivo. Uno de los problemas es ¿hasta qué punto seríamos capaces de subir esa intensidad con nuestro perro?

g. Si pensamos que el castigo sirve para todo, hará que abusemos de él. Castigaremos por ladrar, por subirse, por tirar, por oler, por pararse, por correr, por gruñir… por todo lo que no nos guste, sea coherente o no, y también influirá el día (estado de ánimo) que tengamos: más permisivo o menos permisivo. Pero jamás nos pararemos a pensar el porqué de ciertos comportamientos.

h. No se trata de discutir si un perro tras un castigo hace o deja de hacer ciertas cosas. Lo hemos dicho en alguna ocasión. Muchos domadores, mediante látigo y presión psicológica, consiguen hacer pasar a un tigre por un aro en llamas y consiguen no ser comidos estando en una jaula. 

i. Todos podremos observar el típico binomio «perro-dueño castigándole» que lleva así 10 años y nada ha cambiado: el perro sigue haciendo las mismas cosas y el dueño sigue castigándole por las mismas cosas.

j. Muchos perros sufren de estrés, síntoma de ello son sus miedos, agresividad, estereotípias… Pensar que los perros se comportan mal para hacernos daño o para escalar en una pirámide jerarquizada es demasiado simplista (pero fácil de vender). Ese estrés va muy ligado a nuestro estilo de vida, a la ciudad, las prisas y nuestra forma de ser.

k. Obviar el estrés canino puede ser uno de los mayores errores que cometamos en nuestra convivencia con perros.

Ahora muchos se volverán a preguntar: vale, ¿pero entonces que hago si no castigo?

Pues vuelve a leer lo marcado en negrita desde el punto «a» al punto «k» y cuestiónate si sería recomendable aprender algo más sobre el estrés canino o en caso de falta de tiempo y/o ganas, acudir a un educador canino que pueda enseñarte como «trabajar» el estrés de tu perro.


Bibliografía:

– Neuropsicología canina. Dr. James O’Heare.
– Solo en casa. La ansiedad por separación canina. Dr. James O’Heare.

5 comentarios en “¿Y si no puedo castigar al perro, entonces qué hago?”

  1. Fantástico. De gran ayuda. Siempre con lo mismo, no se puede castigar y la solución pasa por intentar entender al perro. En ocasiones el comportamiento del perro no nos permite llevar a cabo una solución «positiva» porque esta puede demorarse demasiado. Los humanos somos un poco más listos que los perros (algunos) y aún así las cosas solo nos quedan fijadas si hay algo negativo detrás de ello. No creo que se trate de no castigar, sino de castigar mejor y con coherencia. No se trata de darle una paliza a tu perro, quizás se trata simplemente de darle un toque de atención. Alguna vez alguien ha tenido el privilegio de ver como una perra cría a sus pequeños? os aseguro que van a «bocao» limpio sin preocuparse de si eso le va a causar un trauma psicológico al perro. La educación en positivo es genial para un cachorro para el que vas a poder dedicarle toda la atención del mundo, para un perro que viene de perrera y que se dedica a destrozarte la casa entera, a morder a todo el mundo las cosas no le van a entrar con premios. Y quizás en el intento hayas tenido un susto y tenga que ser sacrificado.

    1. La excusa de las prisas para no solucionar un problema creo que es uno de los mayores errores que se pueden cometer en un tratamiento.

      Los humanos somos más listos, pero constantemente demostramos lo contrario con los perros. Si por ejemplo, un coche me pita, miro y veo que me he saltado una señal, perfecto, porque sé porqué me «riñó» (las reglas de tráfico están escritas). Pero si me pita y no sé por qué me enfadaré y frustraré, simplemente por el hecho de que me regañan por algo que no sé. Cada vez que reñimos a un perro, le «pitamos» por algo que no comprende, porque ni está escrito ni se lo podemos explicar claramente. Ese «pitido» que nos dieron cuando circulábamos fue ese toque de atención, pero al no saber porqué era, nos fastidió bastante.

      El tema de las mamás perros está bastante manido. Mi mamá humana, tiene unos privilegios sobre mí aún que no tendría ninguna otra mamá humana y menos otra de cualquier especie. Mi mamá es mi mamá y si me echase hoy una bronca por no ir afeitado se la consiento cosa que a mi vecina del segundo no. Pues bien, con los perros pasa lo mismo, su mamá es su mamá y pretender nosotros hacernos pasar por su mamá, reñirles, marcarles y pretender que lo asuman como si fuésemos su mamá dista bastante de la realidad. Mi mamá me riñó muchas veces y no me causó daños psicológicos, pero el imbécil de su vecino, me riñó una vez y aún lo recuerdo. Creo que eso es una buena diferencia.

      La educación en positivo es la más necesaria con un perro que sale traumatizado de una perrera. Precisamente, ese perro es el que más tranquilidad y compresión necesita. Es posible que no coja si quiera premios pero un trabajo a base de límites, inundación, sometimiento, fuerza y prisas solo va a hacerle polvo. Quizás de momento deje de morder, de saltar, de destrozar… e incluso, de ser perro, pero aún hay mucha gente, lamentablemente, que le gusta que los perros no sean perros.

    2. Entonces, si regañas, aplicas castigo positivo y eso no entra dentro de lo que es una educación en positivo. Las cosas se pueden hacer como se crean que han de hacerse, pero hay que llamar a cada cosa por su nombre.

      Si el perro sigue haciendo algo que no está permitido, seguramente no lo comprendió aún.

    3. Estoy totalmente de acuerdo contigo calmadogs, quizás solo una salvedad, a través de la educación en positivo tenemos que hacerles entender qué es lo ue está permitido y qué no, y cuando hagan lo que no está permitido, y estemos seguros de que lo comprenden, ya sí podremos regañarles, de la forma mínima necesaria pero efectiva, sería como tu ejemplo del semáforo, ya comprendes que te lo has saltado, y siempre intentar premiarles por una conducta alternativa.

  2. Creo que uno de los consejos que más me han hecho romperme la cabeza es por la dificultad práctica a veces y por lo simple es que si no quieres que tu perro haga algo, evita que no ocurra nunca. A veces es imposible por supuesto, pero infinidad de pequeñas cosas son aprendidas y repetidas por nuestros peludos por que nosotros «lo hemos permitido». Ser pro-activos (preveer) evita que seamos re-activos (enfados, castigos). Y no es fácil…. Pero sí muy útil y beneficioso para todos, perros y humanos

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