Ignorar

Ignorar, por definición, es no hacer caso.

Hay quien define la educación en positivo de una manera muy simplista: premiar lo correcto e ignorar los comportamientos que no nos gusten. Pero ¿es eso positivo?

Habría que establecer unos límites sobre qué es ignorar. 

Uno de los métodos para deshacerse de un comportamiento es la EXTINCIÓN (esto es un término aplicado al comportamiento procedente de los laboratorios de psicología) que es dejar que un comportamiento desaparezca por sí mismo, o lo que sería lo mismo decir, ignorarlo hasta que desaparezca.

La dificultad está en que no todos los comportamientos se extinguen solos ya que gran parte de ellos son reforzados o autorreforzados.

El ladrido es uno de los típicos comportamientos que rara vez se se extinguirá por sí mismo de forma expontánea. Si dedidimos dejar a un perro ladrar y lo ignoramos, seguramente seguirá ladrando y el PROBLEMA está en que cuando ya nos saque de quicio, le diremos o haremos algo y le reforzaremos en ese preciso instante. Además es posible que el perro, al escucharse, también se refuerce. También podemos hacer una lectura inversa, si el perro ladra y nosotros prestamos atención puede ocurrir que aprenda que ladrando puede obtener nuestra atención.

El reforzamiento ocasional mantiene el comportamiento y, variar el periodo de tiempo que transcurre entre refuerzo y refuerzo, hace que el comportamiento perdure en el tiempo, esto es lo peor que puede pasar cuando se intente extinguir un comportamiento y es uno de los mayores errores que comenten los propietarios cuando pierden la paciencia.

Eduard Stivill propuso en su libro «Duérmete niño», ignorar los llantos del niño para que aprendiese a dormir solo. Además de la dificultad para muchos padres de hacerlo como indicaba el libro, hay formas menos «traumáticas de hacerlo». Hoy en día se desaconseja bastante este método y el mismo autor ha realizado serios cambios.

El hecho de ignorar taxativamente a un perro puede provocar ansiedad, frustración. Karen Pryor no define la extinción, precisamente, como un método amable.

Llegar a casa e ignorar al perro cuando te salta puede ser una manera de enseñar al perro a no saltarte cuando llegas, pero ¡ojo!, ten en cuenta que el perro lleva horas esperándote, echándote de menos, no se trata de reforzar que el perro salte, pero quizás puedas reforzar que el perro te salude estando en el suelo. En muchas ocasiones nos será fácil buscar la incompatibilidad entre comportamientos: un perro que es reforzado por mantenerse sentado o estar en el suelo dejará de saltar si no consigue un refuerzo y a la vez sentirá menos frustración o menos ansiedad porque no se siente plenamente ignorado. En poco tiempo repetirá el comportamiento premiado en lugar de seguir dando saltos con los que no consigue obtener ningún refuerzo.

Cuando hablamos de refuerzo en este ejemplo, el simple hecho de hablarle, decirle cosas cariñosas, acariciarle, decirle que se baje, que no salte, decirle chssss, etc, pueden ser reforzadores de esa conducta, el hecho de prestar atención es ya un reforzador.

En los humanos, ignorar funciona bastante mejor ya que le damos mucho mayor poder al lenguaje que a los comportamientos. Funciona bien cuando se trata de lloriqueos, enfurruñamientos o tomaduras de pelo.

Con perros, puede funcionar con cosas sencillas, pero muchas veces se trata más de no dar importancia que el hecho de ignorar. Dejar de reforzar comportamientos hace que puedan extiguirse, pero hay que tener claro qué es dejar de reforzar y qué es ignorar.


Fuentes:

Don’t shoot the dog,! the new art of teaching and training  (Karen Pryor)
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