Llevamos algún tiempo fijándonos en unos cuantos binomios perro-guía en los que los paseos atados son terribles.
En algunos, los tirones de correa se suceden constantemente, en otros, se recurre a arneses anti tirones colocados a perpetuidad y en otros, collares de pinchos, ¡muchos collares de pinchos cromados relucientes! que si bien consiguen que el perro no vaya tirando, solo hay que fijarse en la expresión corporal del perro, haciendo un junto durante kilómetros, para darse cuenta que, como poco, va muy incómodo.
Seguramente esos propietarios tienen en mente dar LARGOS paseos con su perro atado y conseguir – como sea – que el perro NO TIRE porque el brazo termina sufriendo las consecuencias.
De lo que seguramente no se han percatado esos guías es que llevan a sus perros «atados» por una zona repleta de tráfico, en hora punta, por una sucesión de rotondas y calles donde los coches pasan cerca, van rápidos, y frenan y aceleran constantemente.
Es posible que no dispongan de otra hora para sacar a sus perros, es posible que no puedan elegir otro camino para transitar y es más que posible que todos los días el perro sufra las consecuencias de dicho paseo.
Pretender que en estas circunstancias un perro con algún tipo de problema se comporte sin tirar y pasee felizmente durante horas es complicado y quizás no sea lo mejor para él, es preferible esforzarse en buscar otro escenario donde pasear relajados sin la necesidad de que haya tirones durante horas.
Un paseo largo con tu perro suelto puede ser estupendo. Ese mismo paseo con tu perro atado ya no lo será tanto.
Deberíamos controlar bien los tiempos porque pasear 1 o 2 horas con el perro ATADO (muchas veces en corto con correas de 1 metro) es una gran fuente de estrés y ni que decir de atarlo a una bici o correr con él atado. El perro físicamente se cansará, pero mentalmente estará dañado. La repetición constante de este tipo de salidas solo conseguirá aumentar cualquier problema que pudiera tener el perro.