La cantidad de accesorios para perros que prometen cambios rápidos y milagrosos son muchos. Casi en ninguno se avisa claramente de las consecuencias que pueden tener en los perros. Cuentan con muchos defensores de su uso, algunos por desconocimiento, otros porque solo observaron los cambios rápidos a mejor sin pararse a mirar los efectos a largo plazo y muchos, porque supone grandes beneficios su venta.
Collares de pinchos, estrangulamiento, de descargas eléctricas, correas con un muelle que supuestamente reduce la tensión, sprays que hacen ruido, otros que rocían productos molestos al olfato del perro con la intención de evitar los ladridos o mordidas, tirantes que producen daño al tirar, ronzales, silbatos ultrasónicos, discos que asustan…
Todos estos productos pueden afectar a la larga a muchos perros ya que su efectividad se basa en evitar lo que molesta a toda costa. Pueden incurrir en muchas asociaciones negativas que nos pasen inadvertidas, en miedos, inseguridades. Ninguno de ellos actúa sobre la raíz del problema, simplemente cambiará el problema de lugar, en algunos casos será difícil de observar ese cambio, en otros puede ser terrible: perro que ladraba, tras el uso de algún invento, pasa a morder, perro que tiraba de la correa, ahora ladra o es reactivo, perro reactivo que pasa a ser un perro aletargado, casi en indefensión… las posibilidades son múltiples y los riesgos, serios.
Debe quedar claro que muchos de estos productos están pensados para causar dolor y malestar físico y/o psíquico y que así, el perro cese en su comportamiento.
Somos nosotros los que podemos elegir una educación basada en el dolor o en el respeto.