La ciudad y nuestro estilo de vida influye directamente sobre nuestros perros. Cuando estamos ante un individuo con grandes MIEDOS deberemos armarnos de MUCHA PACIENCIA.
Para muchos propietarios es complicado tener que renunciar a largos paseos, no poder ir al centro de la ciudad con el perro, tener que dejar los corrillos del parque, no poder soltarle o sentarse en una terraza de bar e incluso no poder hacer fiestas en casa.
Ocurre así y es complicado. Debería ser parte del compromiso que adquirimos el primer día que trajimos a ese perro a casa y trabajar para que esos miedos vayan remitiendo.
Por el camino aparecerán muchos «sabios» que intentarán desanimarnos, recomendarnos «maravillosos» métodos capaces de cambiar a un perro en cuestión de días… ¡mucho cuidado con esas recomendaciones! ya que es complicado revertir los miedos, pero es extremadamente sencillo aumentarlos.