Si aún crees que «una hostia a tiempo» en un niño es necesaria para que exista aprendizaje o marcar los límites, deberías replantearte el tener perro.
Si no eres capaz de solucionar de una manera pacífica un problema con alguien que habla tu mismo idioma, difícilmente lo lograrás con un perro con el que no compartes especie y habla un lenguaje diferente.
¡Cambia ya tu definición de «disciplina» desde el castigo a la enseñanza!
Yo también pertenezco a una generación donde existían maestros que tenían su herramienta específica de castigo (batuta), otros improvisaban y te levantaban por una patilla e incluso los había con la «mano más larga» y soltaban un tortazo a la más mínima.
Tampoco muestro síntomas de ningún trauma por ello (creo), pero sí reconozco que esa metodología no enseñaba nada más que a tener miedo, anulando en muchas ocasiones la toma de decisiones por el hecho de poder meter la pata y recibir un escarmiento.
Con perros hemos visto muchas cosas, pero algo que destaca es encontrarnos perros que no ofrecen ningún tipo de comportamiento por el hecho de haber sido castigados sin discriminación. Perros en los que realizar una «captura libre» (free shaping) se muestra casi imposible. Con los niños pasa igual, siempre habrá excepciones, pero la carencia creativa era una de sus consecuencias.
Era una época en la que el maestro se regía por dar «la clase magistral» en la que solo participaba él y en la que no se podía intervenir ni mostrar otras opiniones, de hecho, incluso se llegaba a ridiculizar al alumno por mostrar otra idea.
En el tema niños vs perros podemos encontrar muchas diferencias respecto lo que a castigo se refiere, además de definir lo que se entendería por castigo, ya que «el castigo físico» no entra dentro de ninguna valoración educativa.
Según los expertos, es muy importante que:
- Los niños y niñas aprendan que las acciones que realizan tienen determinadas consecuencias, y a veces estas consecuencias no son de su agrado. El «castigo» puede ser necesario pero empleado de manera racional con el objetivo de educar al pequeño. Nunca debe ser humillante o perjudicial para su autoestima o bienestar.
- El castigo debe entenderse no como una forma de hacer sentir mal a los niños y niñas sino como una consecuencia a una acción determinada. Para aplicarlo es fundamental que los niños y niñas entiendan el porqué del mismo, y comprendan que ocurre cuando hacen determinadas acciones.
- Debe entenderse como una especie de trato o acuerdo más que como un castigo, como cosas que debemos hacer para conseguir algo, o cosas que no debemos hacer para dejar de tener consecuencias negativas.
- En todo caso no debe ser nunca dañino para los niños o niñas. Debe estar basado en el objetivo de educar, de fomentar un aprendizaje en los pequeños. Y siempre debemos tener muy en cuenta su bienestar.
Y aquí, hablando de perros, podríamos preguntarnos: ¿somos capaces de dialogar con un perro para explicarle por qué le castigamos sin imponernos? ¿podemos saber hasta donde es excesivo o demasiado flojo? ¿podemos consensuar el tipo de castigo? ¿podemos llevarle a una reflexión? ¿es dañino, es humillante, es amenazante? ¿seremos capaces de relacionarlo con la conducta concreta? ¿será entendido y/o comprendido por el perro?
No creo que sea un tema de ser políticamente correctos o no, es más un tema de sentido común y saber valorar las posibles complicaciones que puede tener el «castigo físico» y más cuando no se entiende el porqué de su aplicación.