Justificar el castigo

Justificando el castigo

Imaginémonos, por un momento, en la consulta de un psicólogo donde le contamos que discutimos mucho con nuestra pareja, que a veces nos gritamos, que no lleva un control de gastos o que se limita a ver la televisión todo el día y no nos presta atención… y que la respuesta del psicólogo fuese:

«aplique un correctivo cuando le grite o cuando gaste dinero. Modifique el mando de la televisión para que le dé un fuerte calambre cuando pulse algún botón… Dele, si es necesario, un golpecito para llamar su atención. Debe usted demostrar que es más fuerte que su pareja, que usted manda, que tiene el control y debe imponerse en todas las situaciones».

Seguramente nos quedaríamos perplejos, tanto o más que si el psicólogo nos dijese que le dejásemos a nuestra pareja unas semanas y que él nos la reeduca en su casa.

Está claro o debería estarlo que no debemos ir por la vida agrediendo a nuestra pareja o a nuestra madre porque no estemos de acuerdo en algo o discutamos. Tampoco lo deberíamos hacer con nuestros abuelos, compañeros de trabajo, vecinos… entonces,

«¿por qué constantemente se intenta justificar el uso del castigo y correcciones a la hora de educar a niños o a perros?»

Si nos dejamos ir por la ira y la incomprensión a la hora de educar, fácilmente recurriremos a la violencia, verbal o física y demostraremos una vez más que o no disponemos de las herramientas correctas y necesarias o que realmente somos violentos y disfrutamos con ello.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies
A %d blogueros les gusta esto: