Deberíamos empatizar un poco más con nuestros perros y darnos cuenta que ellos no le dan el mismo valor a las cosas que nosotros.
Cuando un perro nos destroza un mueble carísimo o el mando de un televisor no se está vengando de nadie, para él tiene el mismo valor el mueble o el mando, que un palo. Estaba aburrido y no encontró otra vía de escape a ese aburrimiento que relajarse masticando.
Cuando estamos en casa durante dos horas, entretenidos, viendo una película, deberíamos pensar si el perro ha estado disfrutando esas 2 horas como nosotros o por el contrario ha sido un tostón. Si a esas 2 horas le sumamos las horas que pasamos fuera de casa y están solos sin nada que hacer, un par de paseos de 20 minutos atados con una correa y en el que, seguramente, no le dejamos interactuar con otros perros por miedo a que pase algo, que además no les planteamos ningún reto mental en el día a día y la mayoría de las veces que nos dirigimos a ellos es para regañarles por algo «¡deja eso!», «¡noooo!», «¡chsss!», su vida se convierte en un aburrimiento, una monotonía, lo que para nosotros sería «un asco de vida».
Cada perro lo sobrellevará de la mejor manera posible: unos vivirán aletargados, otros ladrarán sin parar, a otros les dará por ser excesivamente simpáticos, otros «su subirán por las paredes», otros destrozarán… pensemos que nuestra vida fuese así, y que, lamentablemente, en algunos casos lo es, pero que además, en lugar de ayuda especializada, lo que recibiésemos fuesen castigos; que en lugar de darle tiempo a un tratamiento para que nos haga efecto, pretendiesen que nos curásemos en unas pocas horas o sesiones, como si tuviésemos un botón en el culo.
Es en la empatía donde debemos hacer hincapié los adiestradores, de nada sirven unas pautas si no se está dispuesto a dedicar tiempo o hacer algunos pequeños sacrificios por nuestros perros. De poco servirán tres paseos de 1 hora súper entretenidos si seguimos riñéndoles por cosas que no entienden, poco fruto dará el dejar de reñir si seguimos ofreciéndoles un tostón de vida a falta de estímulos.
Si después de tantos años conviviendo humanos con perros no hemos podido entender que los perros no se vengan de nosotros y que tampoco nos piden perdón, ¿cómo pretendemos que ellos entiendan que por nuestros motivos, sean los que sean, su vida ha de ser un aburrimiento continuo?
Los perros son capaces de solucionar la mayoría de situaciones sin entrar en conflicto, pero para ello, necesitan tener un buen estado mental y eso, es una de las cosas que deberíamos procurarles, algo que no hace muchos años tomaban de la misma calle y de otros perros cuando pasaban largos ratos sueltos y que ahora, por los cambios en nuestro estilo de vida, prohibiciones y falta de lugares de expansión para los perros, deberíamos proporcionarle los propietarios.