Aún recuerdo como era la informática hace 30 años, solo al alcance de unos pocos y como unos cuantos visionarios decidieron ponerla al alcance de todos, facilitando mucho las cosas.
Fueron muy criticados, la élite veía peligrar su «modus operandi» pero, finalmente, lo lograron.
Con la educación canina parece ocurrir algo parecido: hay quien pretende acercarla a todo el mundo, con seminarios perfectamente comprensibles y por otro lado están los que critican esos acercamientos a base de palabrería, verborrea confusa, terminología científica, y argot con el objetivo de dejarla para uso exclusivo de una élite.