Tras leer algunos comentarios de una anterior entrada que hablaba sobre los peligros de poner azufre en las esquinas, denoto que hay un tipo de personas a las que no les importaría que los perros desapareciesen de las ciudades.
Me refiero a esa gente que culpa de la suciedad en las calle por los excrementos caninos a todo propietario de perro.
Es curioso, si yo dijese aquí que todos sois unos guarros porque tiráis los envoltorios, los paquetes de tabaco y colillas al suelo o escupís, seguramente sería generalizar demasiado, pero en el caso de los propietarios de perros, todos somos unos guarros.
Resulta que en parte es verdad, los que recogemos las cacas no lo hacemos con los orines. Seguramente alguien proponga sondar a los perros o sacarlos ya meados de casa… o simplemente, no tener perros.
No obstante, todos los propietarios de perros pagamos un 21% de iva en las visitas a los veterinarios, ya sea para una consulta, para una desparasitación, para un vacuna obligatoria o para ponerle el chip identificativo. Cada vez que compramos comida para ellos pagamos también ese 21% un 10% de iva, así como con cada accesorio que compremos para ellos.
¿Qué cantidad de estos impuestos repercute directamente en los perros?
Resulta que las ciudades crecen, zonas que antes eran un descampado donde poder sacar a los perros desaparecen en pro de urbanizaciones o jardines donde se prohíbe la entrada a perros. Hay ciudades en España que solo cuentan con un mini recinto canino vallado que ni se desbroza. Cada día es más difícil sacarles a mear.
Pero con esos impuestos que se recaudan de los perros se tapan los agujeros en sanidad, en infraestructuras, incluso se pagan los columpios de nuestros hijos.
Tengo hijos, tengo sobrinos, tengo gente mayor en mi familia, tengo a familiares que no les gustan los perros, otros que les tienen alergia y también conozco a personas que entrenan a sus perros para la detección de enfermedades, para la búsqueda de animales en extinción, para rescate, para búsqueda de personas… a ninguno nos gusta pisar una mierda de perro y tampoco nos gusta que un perro nos mee en la puerta.
Como a todos, también nos disgusta ver el abandono en el que están las calles por una más que deficiente limpieza viaria en la que los ayuntamientos han recortado tanto que ya no ves pasar un camión limpiando con el agua a alta presión y detergente jamás y tampoco se han destinado recursos, con el crecimiento de las ciudades, para zonas donde los perros pudieran disfrutar sin molestar a nadie (y pagadas con sus impuestos).
Que las calles estén sucias no es un problema directo de todos los perros o de sus propietarios, es de una mala gestión, de la impunidad de dejar un «truño» en medio de la calle, de la falta de limpieza en las calles, de falta de sitios y sobre todo, de falta de educación humana o de civismo, la misma falta de civismo del que decide echar azufre en las esquinas o poner veneno en un parque para perros sin pensar en las malas consecuencias que puede tener para todos.