Se está produciendo un retroceso en muchas cuestiones sociales que nos afectan a todos y eso también se ve reflejado en el mundo del perro.
Existe una línea estrecha, que muchos profesionales cruzan constantemente, entre la ciencia del conocimiento y las pseudociencias del “amimefunciona”.
Si antes había una cruzada entre diferenciar las formas éticas de las no éticas y no en que funcionasen o no (sabemos que los mecanismos que provocan dolor pueden funcionar y además son más rápidos y fáciles de ejecutar que métodos basados en la psicología del aprendizaje, pero NO SON ÉTICOS), ahora también hay que diferenciar entre el “buenísmo” y los conocimientos en psicología del aprendizaje y el desarrollo canino.
Constantemente leemos y observamos a profesionales que se pasan de rosca o que en realidad hacen un cursillo nuevo de fin de semana y deciden aparcar todo lo que han aprendido y puesto en práctica hasta la fecha para abrazar los nuevos fundamentos, ya sea porque el “nuevo profe” era muy chachi o que todo sonaba muy bien, novedoso o rompedor. Se puede pasar de atiborrar de premios a no dar ni uno en solo un seminario de fin de semana sin haber, si quiera, puesto en práctica, métodos intermedios. Ni que decir de los ayatolás que tras un curso rápido online de dieta BARF para perros deciden lapidar, en la plaza pública, a cualquiera que les dé pienso.
Si antes había que librar una batalla entre los que proponían métodos éticos de los que no, ahora también hay otros frentes abiertos con los “buenismos”, los “ayatolás” y con los que adoptan cualquier nueva ocurrencia aunque esta sea la de no hablarles en absoluto, libre albedrío, sacarlos por ciudad sin correa correa o sobreestimar las capacidades que puedan tener como si fuesen mágicas.